ALICIA EN EL ESPEJO DE LA LUNA
O el pozo era en verdad profundo, o ella caía muy despacio, porque Alicia, mientras descendía, tuvo tiempo sobrado para mirar a su alrededor y para preguntarse qué iba a suceder después.
Lewis Carroll, Alicia en el País de las Maravillas.
En la noche de los relojes dormidos
tropieza el corazón con la oscuridad,
caen en el pozo infinito
los cuchillos del silencio.
El dolor desea acariciar el fondo,
mientras descienden los sueños
en el viaje frenético a los latidos perdidos.
Es el vértigo de la caída.
Había puertas alrededor de todo el vestíbulo, pero todas estaban cerradas con llave. (…)
« ¡Las cosas están peor que nunca!», pensó la pobre Alicia. « ¡Porque nunca había sido tan pequeña como ahora, nunca! (…)
Se sentó en el suelo y volvió a llorar. (…)
-¡Ojalá no hubiera llorado tanto! -dijo Alicia, mientras nadaba a su alrededor, intentando encontrar la salida-. ¡Supongo que ahora recibiré el castigo y moriré ahogada en mis propias lágrimas!
Lewis Carroll, Alicia en el País de las Maravillas.
Mil puertas y una sola llave
en el laberinto del amor.
No hay manos
que puedan alcanzar cerraduras
oxidadas por el olvido
de besos y caricias.
Lágrimas que se ahogan
en su propio mar de lágrimas.
Ahora medía más de dos metros. (…)
-¡Dios mío! ¡Qué cosas tan extrañas pasan hoy! Y ayer todo pasaba como de costumbre. Me pregunto si habré cambiado durante la noche. Veamos: ¿era yo la misma al levantarme esta mañana? Me parece que puedo recordar que me sentía un poco distinta. Pero, si no soy la misma, la siguiente pregunta es ¿quién demonios soy? ¡Ah, este es el gran enigma!
Lewis Carroll, Alicia en el País de las Maravillas
Las lágrimas llegaron
al fondo de la madriguera.
Siempre hay reposo
para el río que ama el mar.
Y amaneció la noche
enredada con las sombras de la mañana,
mientras mi nombre se confundía
con el eco de la caligrafía del tuyo.
Enigmas de la Torre de Babel.
-¿Quién eres tú? -dijo la Oruga. (…)
-Apenas sé, señora, lo que soy en este momento... Sí sé quién era al levantarme esta mañana, pero creo que he cambiado varias veces desde entonces.
-¿Qué quieres decir con eso? -preguntó la Oruga con severidad-. ¡A ver si te aclaras contigo misma! (…)
-Bueno, quizás usted no haya sentido hasta ahora nada parecido -dijo Alicia-, pero cuando se convierta en crisálida, cosa que ocurrirá cualquier día, y después en mariposa, me parece que todo le parecerá un poco raro, ¿no cree?
Lewis Carroll, Alicia en el País de las Maravillas.
Sedas de Oriente
de abigarrados colores
visten la crisálida del corazón.
El invierno nunca supo pintar
alas de mariposas.
Pasión dormida en el pecho,
mecida por latidos de nanas
que sueñan primaveras
de ramas reverdecidas
por la brisa de un atardecer de alas.
-Minino de Cheshire, ¿podrías decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí?
-Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar -dijo el Gato.
-No me importa mucho el sitio... -dijo Alicia.
-Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes -dijo el Gato.
-... siempre que llegue a alguna parte -añadió Alicia como explicación.
-¡Oh, siempre llegarás a alguna parte -aseguró el Gato-, si caminas lo suficiente!
Lewis Carroll, Alicia en el País de las Maravillas.
Los caminos son huellas
que se levantan para echar a andar
cuando el hastío
es huérfano de pasos.
En la quietud del sendero
se oye caminar al sueño,
animal felino
de fauces voraces
devoradoras de los linderos pétreos
que limitan la razón y el corazón.
-Creo que ustedes podrían encontrar mejor manera de matar el tiempo -dijo- que ir proponiendo adivinanzas sin solución.
-Si conocieras al Tiempo tan bien como lo conozco yo -dijo el Sombrerero-, no hablarías de matarlo. ¡El Tiempo es todo un personaje!
-No sé lo que usted quiere decir -protestó Alicia.
-¡Claro que no lo sabes! -dijo el Sombrerero, arrugando la nariz en un gesto de desprecio-. ¡Estoy seguro de que ni siquiera has hablado nunca con el Tiempo!
Lewis Carroll, Alicia en el País de las Maravillas.
Debajo de un zapato
el tiempo escondió al dolor,
los días recogen sus cenizas
enterrándolas lejos del corazón.
“Es el amor que pasa”, dijo el Tiempo.
El eco, no respondió.
Alicia empezó a sentirse incómoda (…) « ¿qué será de mí? Aquí todo lo arreglan cortando cabezas. Lo extraño es que quede todavía alguien con vida! » (…)
-¡Que le corten la cabeza! -chilló la Reina a grito pelado. (…)
Al oír esto la baraja se elevó por los aires y se precipitó en picada contra ella. Alicia dio un pequeño grito, mitad de miedo y mitad de enfado, e intentó sacárselos de encima... Y se encontró tumbada en la ribera, con la cabeza apoyada en la falda de su hermana (…)
-¡Despierta ya, Alicia! -le dijo su hermana-. ¡Cuánto rato has dormido!
Lewis Carroll, Alicia en el País de las Maravillas.
Sueños
que viajáis al País de las Maravillas,
sabed que también allí
vuestra cabeza corre peligro.
De rojo son pintadas la rosas
con pinceles de espinas
navegando en los tinteros
de las lágrimas del corazón.
Fotografías: imagenesfotos.com